“Advertising is not a very comfortable place for everyone”
Hay un género
de ficción, generalmente más asociado a la comedia que al drama que es “workplace”,
de lugar de trabajo. Mad Men siempre lo fue, pero en general no es la primera asociación
que nos viene a la mente, con todos los temas existenciales que incluye en el
medio. Justamente por eso nos sorprende un poco el foco puesto en los temas de
las vidas laborales elegido para esta última serie de episodios, pero no debería:
no solo es como las interrelaciones entre todos comenzaron (piensen más allá
del “core” de nuestros protagonistas, de donde salieron las ultimas señoras
Sterling y Draper), sino que además el personaje de Peggy en particular,
discutiblemente “la” protagonista femenina de la serie, está marcado por los devenires
de su vida profesional.
Sumemos a
esto que los mayores estresores luego de la muerte de un ser querido son
cambiar de trabajo y mudarse, así que ni hablemos de hacer ambas cosas. Y vaya
si nuestros personajes están estresados…
No hay más
que ver la cara de Jim Hobart para saber que no le podemos creer absolutamente
nada, y no es que los ex – Sterling Cooper se lo hayan creído, pero creo que
tampoco se imaginaban este nivel de… ¿Malicia? ¿Desinterés? ¿Maquiavelismo?
Puede ser tácito, como tratar a Don como una estrella pero luego sentarlo en
una sala con 20 otras personas con su mismo perfil y cargo; indirecto, como
negarle un espacio a Peggy o tratarla como una secretaria; o explícito, como el
menosprecio seguido de acoso, seguido de virtual despido de Joan.
Empezando
por este último, el arco de Joan es solo comparable con el de Peggy en el nivel
de planeamiento y consecuencia lógica del personaje y las cosas que le han
sucedido. La admiración estructural no aminora el dolor de verla en esa situación.
Joan tuvo que enfrentar desafíos personales y profesionales únicos para llegar
a donde llegó en la agencia, solo para verlos derribados de un plumazo. Los
varones la disminuyen intencionalmente (Dennis, Ferg, Hobart) o con sus buenas
intenciones de caballeros de lustrosa armadura (Don, Roger), pero lo cierto es
que su salida es la más temprana de lo que seguramente serán varias salidas en
los próximos episodios. De todas
maneras, Joanie tiene una oportunidad más de brillar, inesperadamente,
peleando por sus derechos y los de las otras mujeres de McCann, y surge la cuestión
de los múltiples feminismos: pueden ser por convicción o pueden ser por
necesidad.
Y hablando
de feminismos por convicción, la tenemos a Peggy, atrincherada en su pasado
antes de saltar a un futuro que se niega a abrirle la puerta, ya sea negándole una
oficina y enviándole flores ‘como al resto de las chicas’. Peggy conoce su
camino, pero a veces necesita que le den un empujoncito o un momento de reflexión,
y es interesante que haya venido de Roger. Las interacciones entre estos dos
siempre fueron pocas pero únicas, y si bien los une el quedarse en el pasado,
es por motivos diferentes: Peggy necesita un envión para saltar, Roger no
quiere saltar. Por el motivo que sea, un poco de Cinzano, un órgano y unos
patines redundan en la entrada triunfal de la “new attitude” Peggy a McCann.
Esperemos que su actitud y su cuadro erótico heredado de Bert Cooper tengan
mejor suerte que Joanie.
Roger
intenta recuperar recuerdos positivos de Sterling Cooper, y Peggy lo frena, pero
en realidad tanto Peggy como Joan sabrán ahora apreciar hasta qué punto era una
agencia de vanguardia, donde el talento y el caradurismo siempre valieron más
que un nombre. Tal vez sea Shirley la que ve esto más claro, escudada en la
frase que abre este comentario, pero sabiendo que el destino de una mujer negra
en McCann todavía tendría que esperar varios años para realizarse…
Y
Finalmente lo tenemos a Don, en una historia donde lo simpático de las
referencias y simbolismos, desde el chiflete por la ventana de su nueva oficina
hasta el parecido de la casa de Diana con su anterior morada en Ossining, no
alcanza para justificar su irracionalidad. Si, Don se tiene que ir de ahí y si,
el ver a Betty y sus hijos mejor que cuando estaban con él no debe ser un
impacto menor, pero esa solución queda como una media tinta, tanto como su “ir
al oeste” fue hacia el medio oeste en lugar de California, como solía ser. Aunque
no apruebe de la aparición fantasmagórica en esta ocasión, Don tendría que
escuchar lo que tiene para decir.
¿Qué sucede
las próximas dos semanas? Ni idea. Si es cierto que la imagen promocional de la
temporada es Don en su auto, tal como lo vemos en los últimos minutos del
episodio. Major Tom se quedó vagando por el espacio y hay que ver si llama a
ground control…
Algunas
observaciones al margen:
- La sensación de deja vu con The Other Woman fue fuerte, tanto por la situación de Joan como la de Peggy. Episodio clave de la serie como pocos. “I’m not negotiating”… ya escuchamos eso antes.
- Jim Hobart alude a Joan heredando su parte en la sociedad... puede que sepa sobre las escapadas de Don, pero claramente se perdió ese episodio clave.
- Hablando de Joan… ¿el ofrecimiento de Richard es porque está “conectado”? De Mad Men a los Sopranos sin escalas…
- Hace rato que vengo diciendo que el personaje más del “futuro”, para bien o mal, es Harry. Insisto, Harry se saltea los 70 y termina directo en los 80…
- Ninguna salida de las últimas que vimos es definitiva, no descarto volver a ver a todos los personajes, aun los muertos: Ken sigue presente via Dow y Bert se le aparece a Don o vive en su cuadro en la oficina de Peggy.
- Mi primera conexión fuerte con Mad Men fue a través de la histeria de Betty, tan de libro. Cerrar el círculo con Betty leyendo a Dora no me da más que satisfacciones. Gracias Matthew, es como si supieras.
- En McCann, los chicos toman Coca Cola y las chicas Tab. La cervecería Miller es la única que conoce el futuro…
- Los que tuvieron la suerte de ver la expo de Mad Men en el Museum of the Moving Image estarán familiarizados con los “Mood Boards” de Janye Bryant y el equipo de diseño para dar con el tono de los personajes y los ambientes. Lo que le presenta Meredith a Don es exactamente uno de esos boards.
Hermoso Capítulo!
ResponderBorrarPocas series se atreven a hacer lo que hace Mad Men y es casi empezar de cero la historia pero cuando esta llegando el final. Genialidad. A esto suma méritos que gran parte del capítulo esta contado en clave de humor (principalmente el arco de Peggy y de Roger). A mi gusto Mad Men tiene sus mejores episodios donde el humor mete la cola y no tan sutilmente, como con la baja de tensión de luz en las oficinas vacías o Betty leyendo Dora.
Igualmente, y como creo que será de acá hasta que terminé, se me piantaron un par de lagrimones. Ver a Joan tratando de solucionar sus problemas sin recurrir a los hombres que históricamente la "protegieron" y después agarrar sus cosas fue doloroso. Muy.