viernes, 15 de marzo de 2013

Belleza Americana: sobre el estreno de The Americans



Hay una pregunta que se hacen los ejecutivos de las cadenas de televisión de todo el mundo antes de aprobar una serie, y es ¿qué tan importante es que los actores que protagonicen una serie, además de su capacidad actoral y su buena apariencia, sean queribles, o “gusten” en algún sentido poco definido?
Ese “factor x” es la mayor parte de las veces lo que hace que nosotros mismos le demos una oportunidad o no a una serie, salvo que venga muy recomendada por otros motivos o sea un motivo de discusión tan conspicuo que no haya escapatoria (estoy pensando en Girls en este caso, cuyos protagonistas estaríamos en condiciones de asegurar, nunca van a estar en ninguna lista de “gustan” o “queribles”).
Es sin duda una pregunta que se hicieron los productores de The Americans, uno de los estrenos más recomendados de la temporada, que la cadena FX acaba de estrenar esta semana para Latino América. Para protagonizar a esta pareja de espías rusos infiltrados en los Estados Unidos en los años 80, de por si una premisa que podía resultar difícil de digerir, necesitaban actores inmediatamente queribles. Entonces fueron por los actores Keri Russel y Matthew Rhys. Efectivamente, la mismísima Felicity y Kevin Walker de Brothers and Sisters. No voy a negarles que no teniendo ninguna vergüenza en admitir mi gusto por ambas series, es el motivo por el que le di una primera oportunidad. Y que suerte que se la di, porque la serie realmente vale la pena.
Como les decía, The Americans es la historia de Elizabeth y Philip Jennings, que detrás de su fachada “all american” son en realidad dos espías rusos tan completamente integrados en los suburbios de Virginia que no se les permite jamás volver a hablar en otro idioma que no sea inglés y que parte de su coartada son dos niños que concibieron y crían en tierra norteamericana. De día son los clásicos vecinos suburbanos de cualquier serie, mientras que de noche salen a cazar defectores, torturarlos y asesinarlos, seducir políticos con absolutamente cualquier recurso que crean necesario (a que no se imaginaron a Felcitiy en un corset de cuero practicando fellatio…) y cometer el actor de sabotaje o traición que se imaginen.
La serie funciona por tres factores, esencialmente: en primer lugar, logra el equilibrio necesario entre la historia de espías y el conflicto de pareja (o no pareja) de los Jennings. En segundo lugar, el ya mencionado atractivo de los actores. Russel en particular tiene un papel de mujer dura e inflexible, que usa su sexualidad como arma y no duda en poner en su lugar a nadie, de cualquier lado de la división política. Para que este personaje no fuera una caricatura, hacía falta una actriz que pudiera dar el registro “dulce” y cambiarlo en un segundo. Sabíamos que Russel podía hacer Felicity, pero ¿podía hacer también Pussy Galore? Bueno, parece que sí. De hecho, viendo el primer episodio me acordé de como JJ Abrams había propuesto la serie Alias originalmente: Que pasaría si Felicity fuera espía. Bueno, tanto como me gusta Alias y Jennifer Garner como la espía que alterna sweaters de punto grueso con intriga internacional, Russel aquí da clase de cómo manejar la alternancia. Rhys también lo logra, aunque la característica principal de su personaje es la ambigüedad y la duda (Phillip ha sido claramente seducido por el Sueño Americano), pero el hecho de que el actor ya de por si este imitando el acento norteamericano  (Rhys es galés) le da una credibilidad adicional.
Y el tercer factor es la época, claro. Si bien no es secreto mi amor por los ochentas y como esta ubicación cronológica afecta, por ejemplo, mi gusto por Ashes toAshes, hay algo interesante en este momento que es mas de transición de los 70 a los 80, justo al comienzo de la era Reagan, con las consecuencias que tendría sobre la guerra fría. Y claro, los ochenta también significan la música de los 80, que inicialmente además va por caminos que no son los standard: los primeros 10 minutos del capítulo, probablemente de los mejores 10 minutos de televisión que puedan ver este año, transcurren musicalizados por esa extraña criatura que es Tusk de Fleetwood Mac, en una versión que además limita con el dub, logrando un efecto hipnótico y atrapante. Uno de esos casos de perfecta sincronía entre imagen, dialogo y música incidental.
Claro que la serie no es perfecta: la recreación de época mucho dista de los detallismos de Mad Men o Downton Abbey (de hecho, los Jennings padres e hijos tienen aproximadamente la edad de mis padres, la mia y de mi hermana en esa misma época. Les aseguro que ninguno de nosotros se veía como Felicity Porter, Kevin Walker y su potencial descendencia), y la historia del agente del FBI que se transforma en vecino parece salida de Hechizada o Alf más que de una serie de cable adulta en el 2013, y finalmente hay que ver hasta donde se puede llevar la tensión entre vida personal y vida de espías antes de que esto se transforme en la segunda temporada de Homeland. Por lo pronto, una muy buena señal en que FX ya se haya comprometido a una segunda temporada, lo que implica un pensamiento a más largo plazo que puede ser beneficioso.
Denle una oportunidad, estén advertidos que el piloto tira toda la carne al asador y luego hay una meseta hasta que se pone realmente interesante, y disfruten.
Y claro, si le tienen cariño a Felicity o Kevin, ya saben que hacer…


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