miércoles, 25 de abril de 2012

Comentario: The Big C - Bundle of joy


Judge away, Judgerella!

Si le preguntan a alguna persona viviendo con cáncer o VIH, o habiendo pasado lo peor de cualquier enfermedad grossa, les van a decir que había algo de reconocimiento inmediato en la primer temporada de The Big C, una pérdida de rumbo no necesariamente mala en la segunda... y unas ganas de darle una cachetada a alguien en lo que va de esta tercera. Cathy curada, jugando a que es Alexis y haciéndose tatuajes sonaba falso, de alguna manera. La serie por supuesto no tiene ninguna responsabilidad social, pero esto no es The Sopranos: era y es esperable que cierto público se acercara a verla. Y que ese mismo público tenga opiniones sobre como se retrata enfermedad, tratamiento, recuperación. 
Me complace reportar que algo en este tercer episodio resonó positivamente, como un “por acá va”. Si leen mis comentarios de Nurse Jackie, estoy hablando de algo similar al borrón y cuenta nueva del primer episodio de la serie que este año está de gemelita con esta.  Un propósito. ¿Discutible? seguro, pero por lo menos, una dirección.
Algo que The Big C siempre hizo bien, pero especialmente en esta temporada es meterse en todos los clichés new age que rodean a las enfermedades graves o terminales. La línea es delgada entre lo que realmente sirve para alguien desahuciado y lo que es una pila de mentiras, oportunismo y sencillo robo de dinero. La línea es delgada también entre tomar una posición entre “todo es una mierda” y “esto realmente ayuda”. La serie nunca termina de tomar partido claramente, y así debe ser en algún nivel: hay gente que cree, hay gente que no. Hay gente a la que le sirve, hay gente a la que no.
Tenemos dos historias que giran alrededor de eso: por un lado Adam y su continuado flirteo con el catolicismo. Esto puede disparar para cualquier lado, pero la exploración es creíble, y por ahora no cayeron en “son todos unos fanáticos retrógrados!¨ ni “aleluya hermanos!”. Sigamos viendo; es, hasta este episodio, la historia con mas coherencia de una semana a otra.
La otra línea que va por el mismo camino es el seminario con una Louise Hay de pacotilla que toman Cathy y Paul. La ambivalencia entre la posición a favor y en contra estuvo bien jugada, y el objetivo final era posicionar a Cathy en lo que parece que va a ser el gran argumento de la temporada: su intención de tener otro hijo. 
Como la gurú Joy hubo una participación robacámara de Susan Sarandon, que siempre es un placer ver. La tendencia  al “stunt casting” de The Big C, por otra lado, ya está tomando nivel de Will & Grace
En otras novedades, sigue el acercamiento de Sean y Ababu, y tal como me temía, están tratando de poner las bases de algo romántico, y esa historia realmente no me gusta. Como se compatibiliza eso con la nueva carrera de Sean como operador de sexo gay telefónico, todavía no estoy en condiciones de evaluarlo. Si puedo decir que todas las escenas con Sean, ya sea hablando con sus invisibles clientes o generando caos en un restaurante el día de San Valentín tuvieron algo de auténtica comedia “jaja” que fue muy bienvenido.
Resumiendo, hasta la semana pasada, estaba considerando en colgar la serie, después de este episodio, se ganaron por lo menos el beneficio de la duda. Veremos. 

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